Una posible interpretación del experimento de Oersted a partir de Ladriere

*Celso Vargas Elizondo

En su pionero libro sobre los estudios del impacto de la ciencia y la tecnología sobre la cultura,  El Reto de la Racionalidad (1977), Jean Ladriere presenta algunas ideas interesantes que nos podría permitir realizar una interpretación de los experimentos de Oersted de 1820. 

La ciencia moderna se desarrolla marcada por el concepto de racionalidad. El tipo de racionalidad del que hablamos es aquel de la filosofía griega, cuyo rescate inicia con el renacimiento europeo y que alcanzará su plenitud en la filosofía del siglo XVII, XVIII y XIX, y hasta el presente. La segregación de las ciencias heredará esta característica filosófica. Una teoría científica es la aprehensión racional de la realidad (sub specie aeternitatis), es decir, como universal y eternamente verdadera. La verdad como correspondencia y la regularidad de la naturaleza son dos de los elementos centrales de esta racionalidad que la ciencia hereda. Una teoría científica se asemeja así a aquellas perspectivas filosóficas de la sabiduría (Leibniz se hace eco de esta idea) y de la perfección individual. El científico es el nuevo sabio. Pero esta herencia pronto sufrirá transformaciones sustantivas.

Observa Ladriere la transición de la ciencia desde un enfoque más especulativo hacia uno más experimental y práctico. La comenzamos a observar claramente en el siglo XVIII. Aquí vemos dos procesos complementarios. Por un lado, los esfuerzos continentales por expresar la mecánica de Newton en términos del cálculo diferencial e integral de Leibniz (tanto en su notación como en su formulación más abstracta), así como darle una estructura mucho más consistente y sin las referencias teológicas; proceso que culmina con el trabajo de Lagrange y Laplace, pero aquí los Bernouli y Euler, jugaron también un papel central. Por el otro, el énfasis en la solución de problemas más específicos, dejando de lado reflejar los resultados dentro de teorías más generales. Ligado a esto está, entonces, esta tendencia experimentalista que observamos en Inglaterra y que luego se extenderá a todo el continente y los Estados Unidos. En Inglaterra esta tradición experimentalista viene desde 1660 decididamente promovida por la Royal Society. 

El desarrollo de la especialización y de esta transición hacia la experimentación es inseparable de tres procesos que observamos aplicables a nivel global: a) Es cada vez más clara vinculación con la tecnología. Vemos durante los últimos siglos a los científicos desarrollando tecnologías (instrumentación y otros dispositivos) para utilizarlos en la investigación, aunque predominantemente para usos militares y de defensa; b) la institucionalización de la ciencia y la tecnología. La ciencia y tecnología son cada vez un elemento más fundamental y estratégico para los países, como parte de l desarrollo: desarrollo, ciencia y tecnología están indisolublemente conectados. Relacionado con esto está el que la labor científica y tecnológica se presenta y valora como un trabajo y sujeta a condiciones laborales. c) la visualización de la ciencia y la tecnología como un sistema de acción, con su propia dinámica. Bajo la consigna baconiana de “el conocimiento es poder” la ciencia y la tecnología constituye la forma más exitosa de intervención en la naturaleza para transformarla en favor del ser humano y, en este momento, también para la sostenibilidad ambiental. El impacto de la ciencia y la tencología, como sistema de acción, está cambiando las condiciones sociales, individuales y culturales. La expectativa para este siglo XXI es que asistiremos a transformaciones sociales, económicas, culturales e individuales de una magnitud y rapidez nunca antes vista. Lo artificial (racional diría Hegel) se impondrá sobre la naturaleza, sobre la real una manera que todavía nos es difícil prever.

Cuando consideramos el experimento de Oersted desde esta perspectiva, varias consideraciones pueden hacerse. Primero, Oersted se inscribe dentro de la tradición experimentalista ya mencionada. Sin embargo, también es una persona interesada en la búsqueda de teorías generales que expliquen los fenómenos electromagnéticos, pero también otros aspectos relevantes. Su teoría del conflicto eléctrico es un ejemplo de ello. Pero también la pasión expresada por Oersted por descubrir los “secretos de la naturaleza”, pone de manifiesto su compromiso con la verdad y, con Ladriere, de la contemplación de la naturaleza. Segundo, mostró una importante preocupación por la institucionalización de la ciencia, por la promoción de ésta y por la divulgación de los resultados científicos que se alcanzaban en algunos países europeos. Vemos este esfuerzo como divulgador científico en sus visitas al extranjero en los que comenta los hallazgos de Bitter y otros importantes científicos del momento. Pero también se ubica en un momento en que los científicos gozan de una significativa reputación y su trabajo es muy valorado. Tercero, la interconexión entre la ciencia y la tecnología comienza a verse con claridad aquí. Científicos como Volta, Galvany, Faraday y otros muestran un gran interés no solo por la investigación pura, sino también por el desarrollo de objetos tecnológicos que tengan usos prácticos, como los acumuladores o pilas y los motores eléctricos. Cuarto, en relación con esta tendencia de la ciencia y la tecnología de conocer para transformar, Oersted se ubicaría en al inicio de este acelarado proceso que vemos actualmente. 

En este sentido, Oersted, con sus experimentos y su práctica constituye un buen representante del concepto de racionalidad que caracteriza a la ciencia y se inscribe bien en las tendencias que ha señalado Ladriere que caracterizan el desarrollo moderno de la ciencia y la tecnología. 

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