*Mario Alfaro
La historia de la técnica nos da cuenta de un sinnúmero de inventos con los que se ha buscado resolver problemas prácticos en general y a veces satisfacer un capricho del inventor y hasta dar con una obra de arte. En esta columna me referiré a un caso de esos y que tuvo importancia por su utilidad, además, por haber sido precursor de posteriores y sofisticados desarrollos, ya no necesariamente técnicos, sino a objetos que más bien pertenecen a lo que hoy algunos llaman “una familia de objetos tecnológicos”, así lo ha expresado Mario Bunge1 en varios de sus trabajos.
Ahora veamos el problema que se buscaba solucionar allá en el siglo XVI y que está relacionado con una de las tantas preocupaciones humanísticas y científicas de la época. Es sabido el impacto que produjo los aportes de Johannes Gütenberg2 en el siglo XV con la imprenta y la casi inmediata impresión de libros; pero resultó que los libros que se producían en el Renacimiento eran grandes y muy pesados lo que implicaba cierta dificultad su lectura, por eso se requería alguna herramienta que ayudara a que su lectura fuera placentera y cómoda. La solución encontrada fue producto del ingeniero militar de Agostino Ramelli, su propuesta fue la famosa Rueda de Libros, una máquina-herramienta con una serie de mecanismos, como veremos luego.
Agostino Ramelli, nació en Ponte Tresa en 1531 y murió en 1600, este inventor e ingeniero militar italiano, estuvo durante un tiempo al servicio del rey Enrique III de Francia. Se le atribuyen varios diseños de ingeniería como bombas, motores, etc, no obstante su invención más curiosa e impactante fue la Rueda de Libros, una máquina compuesta por varios de los inventos medievales y anteriores, tales como: ruedas, engranajes, levas, correas, etc, cuidadosamente dispuestos como para que pueda ser accionada por los lectores sin tener que cargar con el peso de los libros y de su difícil manejo. Sin duda este es un ingenioso invento y aporte a la cultura. En el presente no necesitamos ni sentimos nostalgia por una Rueda de Libros como la de Ramelli, ya que contamos con gran variedad de objetos tecnológicos que nos permiten esa comodidad que interesaba y buscaba el inventor.
Por lo que sí sentimos alguna preocupación es por cierta tendencia que anda por ahí y que pregona la “maravilla” de los libros publicados en forma digital, por supuesto que es un medio funcional, rápido y hasta de fácil acceso. Algunos (ojalá muchos) preferimos el libro en nuestras manos, leerlo, anotar y marcar lo que más nos llama la atención o interesa.
Luego de la digresión anterior volvamos a la Rueda de Libros de Ramelli, sin duda que fue una de obra de arte, así la valoró y la describió su inventor en el año de 1588: “Esta es una máquina bella e ingeniosa, muy útil y conveniente para cualquier persona que se deleite en el estudio, especialmente aquellos que están indispuestos y atormentados por la gota. Porque con esta máquina un hombre puede ver y abrir una gran cantidad de libros sin moverse de un lugar. Además, tiene otra buena ventaja, y es que ocupa muy poco espacio en el lugar donde se encuentra, como cualquier persona inteligente puede ver claramente en el dibujo”3
En relación con este texto, se puede afirmar al menos tres asuntos:
- Es claro que el inventor se muestra satisfecho por el objeto diseñado, lo considera una obra de arte, era frecuente que inventores y artistas se sintieran así con sus realizaciones; esto cambió radicalmente con el asunto de las patentes.
- Ramelli considera atinadamente aspectos ergonómicos, la comodidad para manejar los libros, estar cómodamente sentados, aliviar a los que padecen de gota, la cual bien podría ser una consecuencia del consumo de vinos y sus respectivas guarniciones.
- Llama la atención su preocupación por el uso del espacio, cosa que hoy sigue siendo el mismo problema con las bibliotecas personales y de instituciones, especialmente en las universidades, que con frecuencia hasta desechan obras valiosas y las sustituyen digitalmente, la razón es falta de espacio. En cuanto a las bibliotecas personales, es evidente que algo semejante sucede, basta con visitar librerías y ventas de libros usados y hasta sin usar, firmados o con el nombre de quien fue su dueño, posiblemente porque haya fallecido y el espacio lo requieren sus deudos para otros menesteres. Ahora, lo que no sabemos es si las computadoras personales y de escritorio así como otros dispositivos que ya no ocupan tanto espacio, nos librarán de la gota.
Bibliografía consultada
Bunge, M, (1976), La investigación científica, Editorial Ariel, Barcelona, Caracas, México.
Christie, A, (2014), El discípulo de Gütenberg, Roca Editorial de Libros, Barcelona. (Novela histórica)
(S.fecha) Les diverse et artificiose machine de capitano Agostino Ramelli. Digital Collection. Tomado de Internet.
Gomero, A (2019), La Rueda de Libros, Gabinete de curiosidades.
http://:www.bib humana.fahce.edu.arg.
1 La expresión la utiliza Mario Bunge para referirse a la producción de objetos en serie, lo que requiere seguir una serie de reglas y consideraciones sociales, económicas, científicas, al respecto en su obra “La investigación científica” se refiere ampliamente a cuales son esas y normas. Se puede consultar pag.94 y sgts.
2 A propósito de Gütenberg, se recomienda la lectura de una novela histórica, “A, Cristie, (2016), EL Discípulo de Gütenberg”, Roca Editorial de Libros, Barcelona, España. Novela que describe de forma amena el tiempo en que se da la gran invención de Gütenberg y que tanto impacto produjo en todos los campos del saber, se afirma que la imprenta cambió el mundo para siempre.
3 La referencia a la descripción y uso hecha por Ramelli de su invento mecánico, se puede encontrar en la Revista “La piedra de Sísifo” (Gabinete de curiosidades) por Alejandro Gamero, España, 2019