*Álvaro Carvajal Villaplana
Cuando se hace la pregunta ¿cómo armar un argumento? se está en el ámbito de la lógica informal, puesto que se trabaja con el lenguaje cotidiano y no formalizado. Existen varias acepciones de la noción de argumento, no todas ellas son compatibles, y a veces dichas nociones solo recogen algunos aspectos. En esta Nueva Perspectiva se presenta una primera aproximación a dicho término.
El argumento -así como la argumentación- puede ser entendido como disputa, a veces se dice que las personas “tienen un argumento”, para referirse a una discusión verbal. Honderich, en el Diccionario Oxford de Filosofía (2001)presenta esta aceptación, lo mismo el Webster’s New Dictionary. Pero, tal sentido llano no representa realmente lo que es un argumento (Weston, 1987/1997, 1); ya que refiere a la guerra y la confrontación. Empero, existen muchos contextos de argumentación -en tanto acato de hablar- en los que los argumentos no remiten a la disputa, la confrontación o la guerra.
Por otra parte, es muy común considerar a los términos “razonamiento” y “argumento” como sinónimos. Tener un razonamiento es lo mismo que contar con un argumento -o una argumentación-, aspectos que también se confunden, por ejemplo, Honderich recoge esta aceptación. Ferrater Mora también lo concibe así: “[…] el que tiene como razonamiento mediante el cual se intenta probar o refutar una tesis o falsedad de la misma” (1999, Tomo I, 218), así como en Marchese; y Forradellar, en el Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria, y en Eli de Gortari, en el Diccionario de lógica (1998). Sin embargo, pueden hacerse algunas distinciones importantes entre ambos aspectos.
El razonamiento es el proceso mismo de obtener una conclusión a partir de unas premisas por medio de la inferencia. Mientras que para algunos teóricos el argumento, en cambio, es la expresión verbal o escrita del razonamiento (García, 1995, 40). Esta forma de concebir el argumento es impreciso, puesto que confundo el argumento con la enunciación.
En sentido preciso el argumento se refiere al contenido de las premisas dentro de una razonamiento. Esta es la idea común de varios autores, por ejemplo, para Weston, el argumento es “[…] ofrecer un conjunto de razones o de pruebas en apoyo de una conclusión” (1987/1997, 1). El argumento no es simplemente la afirmación de ciertas opiniones, ni se trata de una simple disputa. Los argumentos son intentos de apoyar ciertas opiniones con razones. Los argumentos no son inútiles, sino esenciales.
Para Abbagnano el argumento se define en ese mismo sentido, se trata de “[…] cualquier prueba, razón, demostración, dato, motivo, apto para captar el asentimiento y para inducir a la persuasión o la convicción” (19881/1989, 97). Aunque como veremos algunos autores no incluyen todas las posibilidades citadas por Abagnano como argumentos, por ejemplo, el dato no sería un argumento, sino que simplemente se trata de un dato (Lo Cascio, 1991/1998).
Los argumentos son esenciales porque es una manera de tratar de informarse acerca de qué opiniones son mejores que otras, puesto que no todos los puntos de vista son iguales, así, algunas conclusiones pueden basarse en buenas razones y otras tienen un sustento mucho más débil. En este sentido el argumento es un medio para indagar (Weston, 1997, 14). Es decir, implica una investigación, una búsqueda de respuestas a una serie de preguntas para llegar a unas conclusiones.
Argumentar es importante porque “[…] una vez que hemos llegado a una conclusión bien sustentada en razones, la explicamos y la defendemos mediante argumentos. Un buen argumento no es una mera reiteración de las conclusiones. En su lugar, ofrece razones y pruebas, de tal manera que otras personas puedan formarse sus propias opiniones por sí mismas” (Weston, 1997, 14-15). No basta tener opiniones, ni es erróneo tenerlas, el problema reside en tener sólo opiniones sin pruebas.
Otras acepción del término argumento es la de justificación, pero por razones de espacio no es posible exponerlo en este escrito.
¿Cómo se relacionan el razonamiento y el argumento? Una respuesta aproximada la ofrece Carmen García Trevijano (1999, 35) cuando afirma que “[…] cuando una persona desea que otras le acepten una opinión o una tesis determinada, procura aducir razones que convenzan a sus interlocutores. Para ello puede construirse una ‘argumentación’ o ‘argumento’, que es un conjunto de proposiciones en el cual una o unas de ellas, denominamos ‘premisas’, exigen la aceptación de otra, denominada ‘conclusión’. La relación entre premisas y conclusión es una relación específicamente lógica que llamamos ‘deducción’, ‘inferencia’ o ‘consecuencia’ […]” (35). Aunque, la autora confunde el argumento con la argumentación: el segundo vendría a ser el conjunto de contenidos, es decir, el ligamen entre los argumentos y las opiniones que se expresan en un razonamiento determinado, mientras que los argumentos son sólo las razones que fundamentan la opinión.
Para elaborar un ensayo basado en argumentos se debe utilizar argumentos para indagar, explicar y defender las propias conclusiones. Por otra parte, un argumento tiene como base la distinción entre premisas y conclusiones. Hay otros elementos que se añaden a un argumento, que para algunos son irrelevantes, adornos o expresiones emotivas que desde el punto de vista lógica no son tan importantes. Pero las cuales desde el punto de vista de las teorías de la argumentación adquieren importancia. Así el argumento tiene que ver con los aspectos más objetivos de un discurso.
Según Enrique García las frases extrañas que se introducen en una argumentación o las expresiones emocionales están encaminadas a lograr la adhesión del interlocutor, más que a convencerlo racionalmente, siguiendo a Aristóteles en este punto, quien distinguió dos tipos razonamientos: los analíticos y los dialécticos. Los primeros transmiten el contenido de las premisas a la conclusión, son demostrativos. Los segundos, tienen por objeto persuadir por medio del discurso, intentan convencer o callar al adversario, más que a demostrar la verdad (1995, 41). Ambos son prácticas cotidianas y se las encuentra en los ámbitos profesionales, la publicidad, la ciencias sociales, la práctica jurídica, el periodismo, los derechos humanos, entre otros.
El paso de las premisas a la conclusión, en un argumentación, tiene muchos fines: explicar, verificar, ilustrar, refutar, demostrar y en general lo que se destaca es la idea de como una afirmación se sustenta en otras.
Cabe recordar que los razonamientos desde el punto de la lógica se analizan o se estudian con independencia del contenido, los razonamientos son válidos o inválidos. Los argumentos se remiten a la verdad o la falsedad, y se contrastan con la experiencia o la realidad. Ahora, los argumentos puede considerarse que son construidos, desde la perspectiva formal, con base en rozamientos válidos e inválidos. La verdad y la falsedad es un propiedad de las proposiciones, de lo que se dice o se afirma acerca del mundo, es decir, del contenido, en este del argumento. El argumento tiene mucho mayor fuerza si las proposiciones que utiliza son verdaderas y a la vez son razonamientos válidos.
Referencias:
Abbagnano, Nicola. (19881/1989) Diccionario de Filosofía. CDMX: Fondo de Cultura Económica.
Ferrater Mora, José. (1999) Diccionario de Filosofía, Tomo I. Barcelona: Ariel.
García Retrepo, Luis Enrique. (1995) Lógica y pensamiento crítico. Manizales, Colombia: Universidad de Caldas.
García Trevijano. (1993) El arte de la lógica. Madrid: Tecnos.
Honderich, Ted (Ed.). (2001) Diccionario Oxford de Filosofía. Madrid: Tecnos.
Lo Cascio, Vicenzo. (11991/1998) Gramática de la argumentación, Madrid: Alianza.
Marchese, Angelo. Forradellar, Joaquín, (2000), Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria, 7ª ed. Barcelona: Ariel.
Weston, Anthony. (1998,1997) Las claves de la argumentación. Barcelona: Ariel.
Webster’s New Dictionary.
Gortari, Eli de. (1998) Diccionario de lógica CDMX, México: Plaza y Valdés, CAsaAbierta al Tiempo; Universidad Autónoma de México