*Leonardo Ortiz Acuña
En los capítulos tres y cuatro de su Origen de las Especies, intitulados Struggle for Existence y Natural Selection respectivamente, Darwin nos da a conocer el mecanismo llamado por él “Selección natural”, el cual explica la evolución estableciendo que cada pequeña variación, en tanto provea al individuo de una ventaja por sobre otros seres vivos y sobre las condiciones físicas de vida, hará que este individuo tienda a preservarse.
Como se puede ver, la evolución por selección natural se justifica por medio de tres premisas fundamentales: la primera es que debe existir la variabilidad de los rasgos individuales. La segunda, que esa variabilidad debe dotar de una ventaja a quien la posee, y por último, que esos rasgos deben ser heredables (esto no se deriva directamente de la selección natural, pero completa la teoría aumentando su capacidad explicativa), de manera que la progenie poseerá (por herencia) una ventaja en la lucha por la existencia (expresión que Darwin utiliza metafóricamente para ilustrar la dependencia mutua de los seres vivos, no solo en lo referente a las vidas individuales, sino también en el éxito de la descendencia) (Darwin, 2003).
La selección natural, para Darwin, se sigue inevitablemente de la lucha por la existencia, es decir, del hecho de que “todos los seres orgánicos están expuestos a una severa competencia”; una competencia por mantenerse en la existencia, razón por la cual “nada es más fácil que admitir la verdad universal de la lucha por la existencia” (Darwin, 2003, p.586). Darwin (2003) explica que este concepto de lucha por la existencia es simplemente “la doctrina de Malthus aplicada al conjunto de los reinos animal y vegetal” (p.588).
De aquí viene la famosa expresión “the survival of the fittest”, que si bien no está en la primera edición del Origen de las Especies, el mismo Darwin la asocia con la selección natural diez años después en la quinta edición de su famosa obra, donde cambia el nombre del capítulo cuarto del simple “Natural Selection” a “Natural Selection; Or the Survival of the Fittest”, y que Darwin explica de esta manera:
Viendo que indudablemente se han presentado variaciones útiles al hombre, ¿puede, pues, parecer improbable el que, del mismo modo, para cada ser, en la grande y compleja batalla de la vida, tengan que presentarse otras variaciones útiles en el transcurso de muchas generaciones sucesivas? Si esto ocurre, ¿podemos dudar -recordando que nacen muchos más individuos de los que acaso pueden sobrevivir- que las individuos que tienen ventaja, por ligera que sea, sobre otros tendrían más probabilidades de sobrevivir y procrear su especie? Por el contrario, podemos estar seguros de que toda variación en el menor grado perjudicial tiene que ser rigurosamente destruida. A esta conservación de las diferencias y variaciones individualmente favorables y la destrucción de las que son perjudiciales la he llamado yo selección natural o supervivencia de los más fuertes [Survival of the Fittest] (Darwin, 1951, p.86).
Este término no fue una invención de Darwin, y lo podemos saber con claridad debido a que él mismo lo reconoce y nos señala el origen del término: “la expresión frecuentemente usada por míster Herbert Spencer de la supervivencia de los más adecuados es más exacta y es algunas veces igualmente conveniente” (Darwin, 1951, p.70).
Hebert Spencer acuñó el término en 1852 en un artículo sobre cuestiones poblacionales titulado A Theory of Population Deduced from the General Law of Animal Fertility, y en este establece que la lucha producida debido a las presiones generadas por el crecimiento poblacional resulta en un progreso de la especie en general. El pensamiento de Spencer en este respecto (no el de Darwin) deriva en una línea de pensamiento social que ha sido llamada “Dawinismo social” o “Spencerismo social” (Claeys, 2000). Las principales tesis del Darwinismo social son: 1) las leyes biológicas rigen sobre todos los seres vivos, incluidos los seres humanos, 2) las presiones debidas al crecimiento poblacional generan una lucha por la existencia entre los organismos, 3) ciertas características físicas y mentales pueden dotar de una ventaja en la lucha por la existencia a sus poseedores y a su descendencia, 4) los efectos acumulados de la selección natural explican la emergencia de nuevas especies y la eliminación de otras (Hawkins, 1997).
Aunque, como puede verse, las premisas del Darwinismo social no se alejan mucho de las premisas de la selección natural de Darwin, esta doctrina entendida como una teoría social llevó a una multitud de posiciones intelectuales cuasi-biológicas y explicaciones organicistas sobre la evolución social, asociadas a doctrinas sobre la división de clases, la pobreza, niveles de desarrollo de las distintas “razas” y nacionalidades (como los casos del Malthusianismo científico, y el caso de la doctrina político-social del Nacional Socialismo Alemán).
Uno de los primeros en darse cuenta que esta doctrina de carácter social y político no se deriva necesariamente del trabajo de Darwin fue Piotr Kropotkin (1842-1921), geógrafo, naturalista y pensador político ruso, quien durante su exilio (debido a su militancia política), como geógrafo, empezó a interesarse por el Darwinismo.
Kropotkin (2012) argumenta que la cooperación en lugar de la competencia es el elemento clave en la evolución, y la ayuda mutua es una parte esencial de la experiencia humana. Los seres humanos, por su misma naturaleza (de carácter claramente social), a través de la evolución han desarrollado un sentido moral asociado a esta mutua cooperación, que le ha dado una ventaja evolutiva, y que hace que la ley impuesta por la autoridad no sea necesaria.
La teoría de Darwin pensada por Kropotkin (su interpretación de Darwin) trata de rescatar a Darwin del Darwinismo social. Kropotkin dirige sus ataques principalmente a Thomas Huxley, quien creyó que lo que Darwin describe cuando usa el concepto de lucha por la existencia es algo que se adecua únicamente a la sobrevivencia del más fuerte (fittest), donde la fuerza es definida en términos de la capacidad del individuo de obtener recursos. Lo que Kropotkin señala es que hay una nueva forma de interpretar “fitness”, que es la habilidad de la especie de cooperar para protegerse mutuamente del ambiente y de los predadores (de otras especies y de la misma).
Aunque él mismo [Darwin], para su propósito especial, utilizó la expresión “lucha por la existencia” preferentemente en su sentido estrecho, previno a sus sucesores en contra del error (en el cual parece que cayó él mismo en una época) de la comprensión demasiado estrecha de estas palabras. En su obra posterior, Origen del hombre, hasta escribió varias páginas bellas y vigorosas para explicar el verdadero y amplio sentido de esta lucha. Mostró cómo, en innumerables sociedades animales, la lucha por la existencia entre los individuos de estas sociedades desaparece completamente, y cómo, en lugar de la lucha, aparece la cooperación que conduce al desarrollo de las facultades intelectuales y de las cualidades morales, y que asegura a tal especie las mejores oportunidades de vivir y propasarse. Señaló que, de tal modo, en estos casos, no se muestran de ninguna manera “más aptos” [fittest] aquellos que son físicamente más fuertes o más astutos, o más hábiles, sino aquellos que mejor saben unirse y apoyarse los unos a los otros ––tanto los fuertes como los débiles– – para el bienestar de toda su comunidad “Aquellas comunidades ––escribió–– que encierran la mayor cantidad de miembros que simpatizan entre sí, florecerán mejor y dejarán mayor cantidad de descendientes” (segunda edición inglesa, página 163). La expresión, tomada por Darwin de la concepción malthusiana de la lucha de todos contra uno, perdió, de tal modo, su estrechez cuando fue transformada en la mente de un hombre que comprendía la naturaleza profundamente. (Kropotkin, 2012, p.33).
En otras palabras, lo que dice Kropotkin es que una vez que uno entiende que Darwin tiene un entendimiento mucho más amplio de “lucha” (struggle), se puede comprender que la mejor forma de sociedad es aquella en la cual los seres humanos cooperan mutuamente. Además, señala Kropotkin que puede recurrir a la evidencia antropológica e histórica, de manera que se puede ver por qué los seres humanos se juntan y desarrollan deliberadamente códigos éticos sobre ayuda mutua y apoyo: esto les ha permitido sobrevivir como especie.
Con esto podemos entender al menos dos cosas: por una parte, que algunos de los usos metafóricos a los que ha necesitado recurrir Darwin para poder explicar tan complicado mecanismo, pueden llevarnos a múltiples interpretaciones de su teoría (como es también el caso de la interpretación teleológica que se ha hecho del concepto selección natural), pero además podemos entender que la teoría de la evolución de Darwin es una teoría científica, no una teoría político-social, y que como tal sus enunciados tienen un carácter descriptivo-explicativo, no prescriptivo-judicativo.
Darwin, C. y Beer, G. (1951). The Origin of Species (5ta Ed.). Oxford: Oxford University Press.
Darwin, C. y Dawkins, R. (2003). The Origin of Species and the Voyage of the Beagel (1era Ed.). New York: Knopf Doubleday Publishing Group.
Claeys, G. (2000). The “Survival of the Fittest” and the Origins of Social Darwinism. Journal of the History of Ideas, (61) 2, 223-240.
Hawkins, M. (1997). Social Darwinism in European and American thought, 1860-1945. Nature as model and nature as threat. Cambridge: Cambridge University Press.
Kropotkin, P. (2012). Mutual aid: A factor of evolution. Massachusetts: Courier Corporation.