Julián Monge-Nájera*
Cuando a fines de la década de 1999, el profesor Willibrord Weijmar Schultz, del hospital universitario de la tranquila y conservadora ciudad de Groninga (Países Bajos), grabó imágenes sexuales usando resonancia magnética, uno de los hallazgos más notables fue el enorme tamaño relativo del pene humano, cuando se mira completo (solamente una parte emerge del cuerpo)1.
Hoy día, el tamaño del pene es un tema central en el estudio de la evolución humana, sin embargo, Darwin del todo no lo trata en El Origen del Hombre.
En breve, al compararlo con sus parientes, el chimpancé y el gorila, el hombre tiene un pene extraordinariamente grande y testículos grandes, aunque no tanto como los del chimpancé. ¿Por qué estas diferencias?
Respondamos primero la pregunta menos difícil: el tamaño de los testículos. En los gorilas, que pueden tener bastante confianza en la “fidelidad” de sus hembras, los testículos son sorprendentemente pequeños. En los chimpancés, donde las hembras son muy promiscuas, los machos tienen testículos muy grandes y compiten por pasar a la hembra la mayor cantidad posible de semen, favoreciendo sus probabilidades de paternidad. Dado que en el hombre los testículos son intermedios en tamaño, quien me lee puede sacar la conclusión sobre la “fidelidad natural de la mujer”.
Un curioso “corolario” de este modelo es que las mujeres son, en general, bastante “expresivas” durante el coito. ¿Cuál es la razón de los gemidos, y palabras fuertes y repetitivas de las mujeres, en ese momento íntimo? La pista nos la dan otras especies de primates: las hembras son vocalmente expresivas durante el coito en las especies en que cada hembra copula con más de un macho (la razón evolutiva está por verse).
En cuanto al tamaño del pene, en un artículo anterior para el Círculo de Cartago, mencioné el sorprendente hecho de que el pene del imaginario gorila King Kong, sería similar en tamaño al de un hombre, no porque King Kong estuviera subdotado, sino por la superdotación natural del hombre2. Hay al menos dos explicaciones evolutivas para esto: que el pene grande favorece la competencia entre hombres al acercar más el semen al útero3; y que es fruto de la selección sexual debido a que los penes grandes son más excitantes para las mujeres. Estas ideas no son mutuamente excluyentes y ambas tienen evidencia científica a favor 3,4.
¿Y por qué Darwin no analizó el pene humano en su libro que justamente trata, en gran parte, de la selección sexual?
Las posibilidades incluyen que no se hubiera dado cuenta de que era un tema importante; que no existiera en su tiempo suficiente información para analizarlo, o que quisiera evitar un tema incómodo para su esposa Emma y mal recibido por la sociedad. Si fue lo tercero, no estaba solo, el estudio del profesor Schultz, pese a ser reciente, termina con estas palabras1:
P. van Andel no quiere ser reconocido por su idea de utilizar la resonancia magnética para estudiar el coito. Se disculpa citando al poeta romántico francés Alphonse de Lamartine (1790-1869): “C’est singulier! Moi, je pense jamais, mes idées pensent pour moi”.
NOTAS
* Laboratorio de Ecología Urbana, UNED, Costa Rica; julianmonge@gmail.com,;
1 Schultz, W. W., van Andel, P., Sabelis, I., & Mooyaart, E. (1999). Magnetic resonance imaging of male and female genitals during coitus and female sexual arousal. Bmj, 319(7225), 1596-1600.
2 Monge-Nájera, J. (2016). Ann’s secret relationship with King Kong: a biological look at Skull Island and the true nature of the Beauty and the Beast Myth. CoRis, 12, 13-28.
3 Gallup Jr, G. G., & Burch, R. L. (2004). Semen displacement as a sperm competition strategy in humans. Evolutionary Psychology, 2(1), 147470490400200105.
4 Mautz, B. S., Wong, B. B., Peters, R. A., & Jennions, M. D. (2013). Penis size interacts with body shape and height to influence male attractiveness. Proceedings of the National Academy of Sciences, 110(17), 6925-6930.