De comida y de filósofos*

*Edgar Roy Ramírez

Una especialista en alta cocina, quien le ha dado alcurnia a la cocina costarricense, es galardonada con el premio Magón y tal otorgamiento ha desatado la furia de Arnoldo Mora: “No se puede confundir el Quijote con el directorio telefónico.  No se puede comparar un poema de Jorge Debravo con una receta de cocina…” (Semanario Universidad: 11-02-20); “…le dan el premio, dicho con todo respeto, a alguien que hace muy bien el arroz con pollo”.  La retórica no oculta los insultos ni la furia: ¿quién en su sano juicio confundiría una guía de teléfonos con el Quijote?  El insulto es obvio y el modificador “dicho con todo respeto” no suaviza en ningún sentido la afrenta de que se le otorga el premio a alguien que hace muy bien el arroz con pollo.

La cultura da arraigo y da identidad.  Por la comida una parte muy pequeña del cosmos entra en nosotros, para mantenernos en la existencia.  Empero, no se agota allí, cada vez que comemos apoyamos, queriéndolo o no, unas formas de tratar el ambiente, el planeta, a otros seres humanos y a animales no humanos.  Por eso, la comida tiene repercusiones éticas y políticas.

en la cocina

se defiende la vida

                        con tomates

                        ajos

                        cebollas

y demás frutos de la tierra

y del sudor de tanta gente

            la cocina 

            es la primera trinchera.

Los filósofos no le han puesto suficiente atención a la cocina como una fuente genuina de creatividad, de gozo y de comensalidad, como una manifestación importante de la cultura.  La explicación de esta actitud parece ser el haber convertido la vista y el oído en sentidos centrales epistémica y estéticamente, en detrimento de los otros sentidos.